viernes, agosto 21, 2009

El génesis según Sangrón

(Para comprender la escala del tiempo)

Era lunes y el creado se levantó particularmente tarde ese día. Como había dormido mucho, se despertó con apetito y se preparó un colosal desayuno. Mientras comía, siguió pensando en la idea que últimamente lo mantenía ocupado: sería bueno crear un mundo, un universo, uno muy pero muy grande para que fuera digno de él.

Mientras estos pensamientos ocupaban su cabeza, la comida iba ocupando su estómago. Cuando terminó de comer ya era medio día. Al incorporarse, aún con la idea de la creación en mente, sintió como sus tripas crujieron producto de la excesiva ingesta de alimentos y fue entonces cuando se escuchó una gran explosión que más tarde se conocería como Big Bang.

La nube de gas comenzó a expandirse dejando a su paso galaxias llenas de estrellas. La explosión fue tan portentosa, que el avance gaseoso continuó toda la semana hasta que el viernes, al medio día fue creada nuestra joven estrella protectora, el Sol. Ese día continuó lleno de sorpresas y a las seis de la tarde, tomó forma nuestra madre Tierra.

Las reacciones químicas se desataron, catalizadas por rayos eléctricos, explosiones volcánicas y varios cientos de grados de temperatura. Faltando poco para la medianoche ocurrió una reacción química muy especial. Una molécula, antepasada del ADN, fue capaz de auto replicarse. El creador estaba complacido y muy feliz. Y cómo no iba a estarlo, gracias a él era viernes y podía quedarse despierto hasta tarde.

Cerca de las dos de la madrugada, hizo aparición la primera célula procarionte, sin núcleo ni estructuras complejas internas, pero célula al fin. De su mano, los primeros seres vivos unicelulares serían los dueños de casa.

Todo el sábado transcurrió entre ensayos y errores de duplicación, fusión y fagositación de células. La temperatura ya había bajado y los océanos bañaban las costas de Vaalbará. Para la medianoche, ya se podía encontrar en la Tierra la primera célula eucarionte, con núcleo diferenciado y mitocondria incorporada. A las nueve de la mañana del día domingo, al despertarse, el creador pudo ver como el mar estaba plagado de algas rojas.

La expansión y diversificación de las algas en los mares continuó durante todo el domingo y en la noche, después del noticiero, aparecieron los primeros peces. A las once de la noche la vida saltó fuera del mar y las plantas terrestres compartían el paisaje con invertebrados, anfibios e insectos. Faltando media hora para la medianoche, los bosques comenzaron a albergar los primeros reptiles.

A las once con cuarenta y por espacio de diez minutos, el creador fue testigo del increíble y duradero reinado de los dinosaurios y la aparición de los primeros mamíferos.

Pero no todo dura para siempre y los grandes reptiles se extinguieron. Faltando dos minutos para la medianoche, los animales habían adoptado su forma actual. Un minuto y medio después, los primeros Australopitecos caminaban por las sabanas.

Faltando dos segundos para la medianoche, el Homo Sapiens se erguía como el dominador del planeta. En las últimas décimas de segundo del domingo ya había inventado la escritura y su futuro se adivinaba prometedor.

Pero ya era tarde y el creador apagó la luz y se fue a dormir. El día siguiente era laboral y no podía llegar tarde al trabajo dos lunes seguidos.